Es curioso como son también imágenes, olores, sonidos,...los que cautivan los pensamientos por instantes y te hacen viajar y traer memorias; son los que te recuerdan de vez en cuando de donde vienes, cual es tu verdadero hogar.
No creo que las personas seamos 100% caracoles, no creo que en todo momento podamos llevar nuestra casa a cuestas. Uno lleva lo imprescindible, que es poco, y lo demas lo va construyendo alla donde va. Mi casa está en sevilla, con mi familia y mis amigos de toda la vida. Pero a la vez hay porciones de hogar esparcidas por muchos rincones. Hoy escuchaba "Mishima", ese grupo musical catalán con el que me ponía las pilas para trabajar muchas mañanas en Barcelona. Recuerdo a personas que hicieron que la capital catalana fueran también hogar. Y todas estas ideas inconcisas me hacen pensar si llegará el momento en que haya tanto hogar esparcido por el mundo que no sea capaz de asentarme nunca en un sitio fijo... ¿Si quedan trozos de mi esparcidos por tantos sitios, donde será que me sentiré realmente yo?
Y maldigo a veces a la globalización...el ser ciudadano del mundo es una utopía, todos somos de un sitio, nuestros orígenes condicionan toda nuestra existencia e intentar negarlo es como intentar negarnos a nosotros mismos. El ciudadano del mundo es realmente una persona encadenada al continuo movimiento, encadenada a sentirse realizada en la auto-identificación con las culturas que visita a su paso, encadenada a la afirmación de que necesita conocer para conocerse a si mismo.
Viajar es adictivo, no se si la peor de las drogas, pero lo que es seguro es que es a la que más personas mantiene enganchadas.
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