sábado, 27 de febrero de 2010

Metamorfosis

Me estoy volviendo una hortera.

Esta mañana, justo 10 minutos después de levantarme, he sufrido una aparición frente al espejo.

De repente me he visto a mi misma combinando ciertos colores de tal forma, que me ha producido una tremenda impresión. Zapatos rojos, calcetines negros, pantalones vaqueros, camisa azul eléctrico con bordados en todos los colores imaginables, jersey de lana beige negro y blanco. Wauuuuuu


Y ayer? noooo. Ayer fueron los mismos zapatos rojos, calcetines marrones, pantalones verdes, camiseta blanca y jersey celeste….pufff

Lo peor de todo es que no me importa en absoluto. Esto de vivir ajeno a modas y a colores que combinan, la verdad es que me encanta. Además aquí siendo guiri se te está permitido ir como quieras. Si no que se lo digan a toda la panda de gringos que vienen en chanclas y calcetines a visitar nuestra tierra, o que se pasean en Potosí (8ºC temperatura media) en bermudas y tirantas…

¿Sería posible vivir así? vivir sin importar que envoltorio llevamos encima… sin importar que envoltorio lleven los demás…sin modas…sin clasificar a las personas por su apariencia…sin potenciar el sistema consumista gastando los ahorrillos del mes en trapos…invirtiendo el tiempo dedicado al cuerpo, a digamos…la metafísica por ejemplo, ¿por qué no? …uhm suena a utopía. Pero, ¿saben qué? Adoro las utopías!

viernes, 26 de febrero de 2010

Ñam, Ñam

Una de las cosas que más define a un país, o a una sociedad (exceptuando, claro está al área anglosajón) es su comida. Vayas donde vayas, tienes todo tipo de pintorescas comidas y exóticos platos que nunca te hubieras esperado.
Por ejemplo, los franceses, al igual que los jóvenes de pueblos castellanos, tienen esa extraña costumbre de salir en las noches de luna llena a recolectar batracios en “el supermercado” de la charca del pueblo. Luego se comen sus piernecitas y claman que su sabor es similar al pollo.

En España, comemos morcillas, manjar para mi relacionado con la capital del gótico, Burgos. Recapitulemos sus ingredientes: Arroz, sal y mucha sangre de un pobre cerdo desangrado hasta morir. ¡No serías el primer guiri que reniega tras saber su composición!

Los madagascareños, de los que sabemos ya, por otras entradas de “la Cometa”, son (más por obligación que devoción) bastante parcos, toman a diestro y siniestro un liquidillo, blanco o marrón según preferencias, al que llaman “Ranomapango”. Que claro está, dicho así suena mucho más extravagante que si te dijese, aguachirri de arroz cocido y quemado. Un potente anti-diarreico.

En época primaveral y estival los suecos, sacan sus platos del Ikea al jardín. Su propósito es degustar uno de los manjares mas apestosos que el ser humano conozca, el “surströmming”, lease, arenque fermentado en su jugo. ¡Puag!...y no es que lo diga yo. El hecho de que solo se coma al aire libre, en un país donde el verano dura menos que las modas de zapatos, creo yo, habla por sí solo.



Al Arzak y al Berasategui, se les dice originales por cocinar “croquetas liquidas” o “tortillas de patata gaseosas”, por poner un ejemplo. Platos que, en pro de la modernidad no esgrimen razón de ser en el quehacer primordial de la comida, esto es; nutrir células.



Yo en cambio me quito el sombrero ante la sabiduría popular del pueblo Alto Andino y reconozco que pocas cosas me sobrecogieron tanto, culinariamente hablando, como la “Kallapurca”.

Un plato bien potosino, y cuya composición no es de gran relevancia. Es más la técnica que el resultado, por otro lado delicioso. Todo comienza con leña, un fuelle, piedras y fuego caliente, muy caliente. Cuando las piedras están al rojo vivo, servirán como fuente de calor de la sopa “Kallapurca”. Cada una de las piedras, especialmente seleccionadas de un rio a treinta kilómetros de Potosí, que se añaden al recipiente, trae consigo nuevos y violentos borbotones. Después de diez de ellas, el plato está listo para su probadura. Sémola de maíz, patatas, ají picante y carne de llama seca, bienvenidas seáis en profusas cantidades. Son las once de la mañana del día Domingo.
¡Que aproveche!

jueves, 25 de febrero de 2010

Hay cosas en la vida que es mejor tomar en pequeñas dosis

Hay días que me gustaría escribir y no puedo. Algunos de ellos recurro a mi musa particular. Se llama Radiohead. Hace algo más de 7 años alguien querido me descubrió esta música y desde entonces he tenido curiosos encuentros con ella. La pena es que tiene efectos secundarios: más de 10 minutos seguidos de Radiohead y se me empiezan a saltar las lágrimas. Y así no se puede escribir. Primera cosa a tomar en pequeñas dosis.

Después de la visita de nuestras familias a Bolivia, una tarde nos encontramos zampando pipas como locos. ¡4 meses sin pipas! ¿Sabéis lo que es eso? Pues después de un paquete enorme de pipas entre dos, creo que hasta delirábamos, y nos agarró una tripotera de campeonato. Y como si nos hubiese sabido a poco, unos días después, nueva maratón de pipas, y nueva tripotera…menos mal que ya solo nos queda un paquete… Segunda cosa a tomar en pequeñas dosis.

Se me ocurre una tercera, y después dejaré espacio para que comentéis las vuestras. El pasado fin de semana hemos estado visitando Coroico con nuestra amiga la Srta. Peroni. A 3 horas de La Paz, y metido en vegetación semi-selvática, la hace un sitio ideal de retiro para hippies europeos jubilados. Conocimos a una señora suiza, que se ofreció a darnos un masaje Shiatsu en su casa. El sitio era idílico. Vegetación salvaje, flores de mil tipos, insectos tamaño dinosaurio, una vista de inmensas montañas enfrente, música oriental… y una hamaca que Menditxu no soltó hasta que nos fuimos. El masaje fue increíble, más de una hora de extraños movimientos de una mujer apretando sus manos y brazos en distintos puntos de mi cuerpo. A cada cosa que me proponía probar, yo entregadísima decía que si. Hasta colocó un enorme cuenco metálico encima de mí que hacía vibrar dándole golpes a modo de Gong. Increíble... Pero ocurrió que al paso de las horas empezaron los efectos secundarios…dolor en la cadera derecha, punzadas en la planta del pie izquierdo, dolor en un hombro,…se iban alternando. Así que aunque si pudiera me daría un masaje de esos a cada rato, como me deja el cuerpo como de hojalata, será mejor tomar Shiatsu en pequeñas dosis.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Las visiones del Cerro Rico

Cada día me levanto en esta ciudad y veo el Cerro Rico, también conocido como Cerro de Potosí, o Sumaj Ocko. Bella estampa de una montaña donde se hizo uno de los mayores descubrimientos del mundo, que era casi completamente de plata. La leyenda dice que hace unos 465 años, a Diego Huallpa se le perdió una llama y subió al Cerro a buscarla. Se le hizo de noche y encendió un fuego para combatir el frio. Al amanecer vio, con sorpresa, que su fuego había fundido la purita plata que había en la superficie del cerro. Así fue que los españoles, que les gustaba mucho el mencionado metal, fundaron Potosí a sus pies. Así es que, aun hoy se dice: ¡Vale más que un Potosí! De tanto y tanto que salió de ahí.

 
Desde esa afortunada, o desdichada noche, no dejan de entrar y salir almas, vivas o muertas, a ese monte que lo es todo para esta ciudad. Si el Cerro está alegre y da mineral, Potosí estará alegre y lo sacará, para darlo a precio de ganga al resto del mundo. Si el Cerro se enfada y dice que “nones”, Potosí no tiene mucho que llevarse a la boca, y le pide limosna al resto del globo.

¡Si es especial este montón de metal que hasta mucha gente lo consideró divino! Siendo para los españoles y sus pintores, una preciosa virgen fecunda que da, de sus ricas entrañas, riquezas sin igual para todos. Una Madre dulce, pero que pone y quita Reyes, y Papas, y es el Sol, y es la Luna, y la Paz… ¡y es la de Dios! Si se me permite la expresión.


Pero los tiempos cambian, los pintores cambian, las modas cambian y las historias son contadas por diferentes profesores y libros de otros continentes. Jamás supe yo, por medio de mis clases de historia en colegio privado, que en Bolivia trabajaron esclavos, aquí llamados Mitayos. Incluso africanos que, poco acostumbrados a 4000m de altura y grados bajo cero, sacaban para el imperio el precioso metal, probablemente preguntándose para qué diantres querían tanto. Hasta ocho millones de almas se trago l"a Virgen del Cerro", según nos cuentan. No es de extrañar, que posteriores y menos fanáticos artistas, retraten un cerro un tanto diferente. Un Cerro que se parece más al "Monte del Destino" de J.R.R.Tolkien que a esa madre piadosa y bienhechora.
Cielos obscuros que se ciernen sobre la ciudad, una corona domina en un alto de la República, una mano que exprime a la Pachamama (La Madre Tierra), una espada que hiere el río impío de la patria boliviana, calaveras y árboles muertos.



Incluso hay gente que entiende, aún más tristemente si cabe, a esta ilustre montaña, que hizo de Potosí la ciudad más grande del mundo, la ciudad de la que hasta Cervantes hablaba en El Quijote. La entiende más gris, como las piedras que salen de ella, con mineros crucificados y Cristos oscuros sin clavos, blandiendo crucifijos al aire. La entienden con cadenas en las manos de almas famélicas del siglo XXI, con perros muertos de hambre, con más calaveras todavía. Tristemente la piensan, y la saben a día de hoy, cobradora de almas de pequeños adultos imberbes, que no saben jugar y que la cosquillean en su interior hasta morir, por sacarle un jornal.



Asi veo yo y muchos otros las cicatrices del Cerro Rico, síntesis de una colonización: la de nuestros tatara-tatara-tatara-abuelos, de los que no podemos dar cuenta, pero seamos sinceros, todos nosotros, Europeos, nos beneficiamos aún a día de mañana. 

martes, 23 de febrero de 2010

Carteles

Sucede que a veces uno camina por ciudades, por calles anónimas, por personas anónimas, por edificios anónimos, imágenes que se retienen unos minutos en la memoria, y que luego se desvanecen lentamente, hasta que por una coincidencia uno se encuentra hablando de ellos.

Hace unos días estuvimos visitando Sucre. Es difícil que esta ciudad se olvide, fueron los dos últimos días de la visita de la familia a Bolivia, fue descender desde 4.060 msnm hasta 2.800 y ver como los efectos de la altura desaparecían para hacernos entrar a todos en un estado de euforia, por sentir que nuestros pulmones volvían a estar llenitos de oxigeno y las fuerzas no flaqueaban. Puesta de sol, bailes tradicionales, paseos por la “Ciudad blanca”, preciosos días.

Las ciudades están llenas de carteles por los que uno pasa desapercibido. Al ver las fotos de Sucre me he encontrado con tres carteles que me llamaron mucho la atención y que me hacen pensar que hay muchos detalles que uno se pierde si no mira con atención.

Todos nos reiamos pero nadie se atrevió a preguntar que otras partes perforaban...

Me hace pensar, ¿hasta que punto deben los coches tocar la bocina en este cruce de calles para que el Ayuntamiento tome la molestia de poner este cartel?

Este es genial. Lo encontramos en la calle de los abogados de Sucre. Se me ocurrió entrar dentro para conocer a tal milagrosa señora y lo que encontré fue una virgen llena de velas y de personas que acudían a visitarla cuando ya los abogados no les daban esperanza para resolver sus problemas.

Y por último y de regalo, una tomada en la puerta de una tienda de alimentos de Potosí...

domingo, 7 de febrero de 2010

Mira a tu alrededor y dime lo que ves

Los paisajes inacabables han fascinado a las civilizaciones. Que se lo pregunten a los chinos, que acotaron vastos desiertos y montañas con grandes murallas, temiendo perder sus bellezas ante barbaros asediadores. También los españoles, ingleses y franceses, principalmente, colonizaron en su día lo que hoy son los paisajes que todo el mundo desearía ver antes de morir, desiertos, ríos, sabanas, deltas tan grandes que empequeñecen cualquier civilización. Lugares donde la huella del hombre no es dominante, más incluso, no es siquiera visible.

Y si lo piensas y miras a tu alrededor en un día claro y soleado ¿Qué es lo que ves?…la huella del hombre, a veces para bien, mayormente para mal.
Por ejemplo, cuando era chico y vivía cerca de Bilbao, de vez en cuando salía a la “naturaleza”, al monte Pagasarri. La huella del hombre está por doquier; las pistas, la cantera, los envoltorios en el suelo y al coronar cumbre una vista, preciosa, eso sí, de más de trescientas mil huellas que conforman la ciudad.
Me fui más lejos, al Amboto y había ovejas y vacas domesticadas, verjas que las cercaban y dividían campos familiares…Y en la cima cincuenta mil puntitos humanos que conforman Durango.
Me fui más lejos aun, al Pais de Gales, donde en vez de humanos, la especie dominante son las ovejas…en ciertos sitios son la única huella de civilización, aparte de la carretera que me llevo allí.
Me fui más lejos todavía, a Madagascar, donde los humanos, por si mismos, no dejan casi huella al caminar, puesto que no tienen zapatos, pero la dejan en su día a día, quemando su rico suelo para cultivar arroz. Que algo han de comer y no les sobran las opciones.
Me fui más lejos si cabe…Y por fin, el otro día, descubrí uno de esos lugares, donde con suerte, no se ve nada puesto por la mano del humano. Solo vi blanco, azul y marrón. Vi agua transparente y cielos sin líneas trazadas por humanos en ingenios voladores. Vi vicuñas salvajes que no se dejan esquilar, flamencos que tal vez ya conocí en el Delta del Ebro y me reconocieron, además de algún conejo con extraña cola.
Este lugar, donde aun a día de hoy, con un poco de suerte no ves nada más humano se llama el Salar de Uyuni, está en Bolivia. Date prisa en venir aquí, porque su magia está amenazada cada vez por más gente y el Litio que esconde su sal y que un día, no muy lejano, impulsará tu coche electrico.

Un favor, escríbeme si conoces mas sitios de esta brutal belleza…a veces necesito perderme mi género.

Disculpen la interrupción, volvemos en unos minutos

O en un mes… es lo que pensaba escribir el día 23 de Diciembre del pasado año, se me olvidó.
Desde entonces, han pasado muchas cosas, hemos estado en muchos sitios y conocido muchas gentes que ya os iremos contando. ¡Hasta me he afeitado la barba!
Que sepáis que Ratita y Menditxu están bien y con nuevas historias que contaros.
Volvemos en unos minutos, gracias por aguardar.