domingo, 7 de febrero de 2010

Mira a tu alrededor y dime lo que ves

Los paisajes inacabables han fascinado a las civilizaciones. Que se lo pregunten a los chinos, que acotaron vastos desiertos y montañas con grandes murallas, temiendo perder sus bellezas ante barbaros asediadores. También los españoles, ingleses y franceses, principalmente, colonizaron en su día lo que hoy son los paisajes que todo el mundo desearía ver antes de morir, desiertos, ríos, sabanas, deltas tan grandes que empequeñecen cualquier civilización. Lugares donde la huella del hombre no es dominante, más incluso, no es siquiera visible.

Y si lo piensas y miras a tu alrededor en un día claro y soleado ¿Qué es lo que ves?…la huella del hombre, a veces para bien, mayormente para mal.
Por ejemplo, cuando era chico y vivía cerca de Bilbao, de vez en cuando salía a la “naturaleza”, al monte Pagasarri. La huella del hombre está por doquier; las pistas, la cantera, los envoltorios en el suelo y al coronar cumbre una vista, preciosa, eso sí, de más de trescientas mil huellas que conforman la ciudad.
Me fui más lejos, al Amboto y había ovejas y vacas domesticadas, verjas que las cercaban y dividían campos familiares…Y en la cima cincuenta mil puntitos humanos que conforman Durango.
Me fui más lejos aun, al Pais de Gales, donde en vez de humanos, la especie dominante son las ovejas…en ciertos sitios son la única huella de civilización, aparte de la carretera que me llevo allí.
Me fui más lejos todavía, a Madagascar, donde los humanos, por si mismos, no dejan casi huella al caminar, puesto que no tienen zapatos, pero la dejan en su día a día, quemando su rico suelo para cultivar arroz. Que algo han de comer y no les sobran las opciones.
Me fui más lejos si cabe…Y por fin, el otro día, descubrí uno de esos lugares, donde con suerte, no se ve nada puesto por la mano del humano. Solo vi blanco, azul y marrón. Vi agua transparente y cielos sin líneas trazadas por humanos en ingenios voladores. Vi vicuñas salvajes que no se dejan esquilar, flamencos que tal vez ya conocí en el Delta del Ebro y me reconocieron, además de algún conejo con extraña cola.
Este lugar, donde aun a día de hoy, con un poco de suerte no ves nada más humano se llama el Salar de Uyuni, está en Bolivia. Date prisa en venir aquí, porque su magia está amenazada cada vez por más gente y el Litio que esconde su sal y que un día, no muy lejano, impulsará tu coche electrico.

Un favor, escríbeme si conoces mas sitios de esta brutal belleza…a veces necesito perderme mi género.

1 comentario:

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