Aquí, por desgracia son una cosa muy usual, me refiero a los grandes sándwiches de este estilo. No es que tengan hormigas grandes y vayan acompañados de aperitivos para finalizar. Yo llamo así a las casas colapsadas de Puerto Príncipe, que entre revanadas perfectas de hormigón armado, dejan entrever los enseres, entre ellos los sofás, de la gente que las habitaba, en algunos casos las habita aún hoy, desde el más allá eso si. Impresiona mucho, la vedad sea dicha, que algo tan grande como una casa de cuatro pisos, pueda verse ahora tan débil.
Muchísimos de estos letales sándwiches, aún están agonizantes en la calles, ricas o pobres de la capital y de otras ciudades. Los pocos que son demolidos totalmente, para previsiblemente renacer de sus cenizas, lo hacen a golpe de maza y sudor de manos jornaleras y de paladas tiradas a lo alto de un camión de gran carga. Y es que en todo el tiempo que llevo aquí creo que eh podido contar con los dedos de la mano las retro-excavadoras, los bulldozer y demás maquinaria pesada de construcción con las que me he cruzado.
PD: Las fotografías no son mías.
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