Fue allá por el primavera del 2003 que se me ofreció, por medio de un amigo, trabajar por primera vez "aineso".
No lo dudé, la paga era buena, entre la gente con la que trabajaría se contaban muchos amigos y los que no lo eran aún prometían fiesta y quién sabe si algún rollito entre cubata y bocadillo.
El primer año, poco después de llagar a casa de mi inefablemente afable amigo K_, me puse malo. Pero malo, malo. No comía más que sopa de pollo calentita y aquel verano se llevó por delante más de 15.000 ancianitos franceses. La ciudad se derretía y yo con caldo hirviendo. Resultado XXX euros en el bolsillo, siete kilos menos en el cuerpo y mi primer , y a la postre último, 6b+ a vista. No estuvo mal para comenzar.
Desde ese productivo primer año, pierdo la cuenta pero recuerdo acontecimientos únicos...
*Un año, el último día de fiestas, a una de las camareras le dio por tirar amablemente una cubitera llena de agua a uno de los "socios capitalistas". Falló, cayéndose a cambio de su maldad y haciéndose un esguince de muñeca. Ella no lo sabía, pero inauguro la "Guerra de Agua", que año a año se ha ido repitiendo pese a las advertencias de i-Responsables del Cuerpo de Bomberos. A veces con agua, a veces con jabón sobre los rizos de la gente. Pero siempre eso si, con buen humor.
*Otro año, K_ trabajaba en otro lugar donde la gente se metía de todo tipo de cosas mientras el les servia una napolitana y un café con leche a las siete de la mañana. Gente de todo tipo hay en estas ciudades.
*Una vez, se acabó la cerveza, víctima del gaznate de miles de seguidores del grupo de Rock´n´Roll que actuaba en la plaza aledaña al local.Nosotros las servíamos parapetados detrás de altas torres de vasos de plástico. Al salir, cuando ya la plaza estaba desierta, esos miles de vasos habían ya cumplido su ciclo de vida. Yacían en pedazos sobre los adoquines. Sabíamos que había sido una noche dura y productiva.
*Un año pasó que un camarero se había enamorado locamente de una camarera y dejaron los dos de trabajar ahí. Nunca conseguí desenmarañar completamente la historia. Trato de ser discreto. Me siento a gusto esos días que estoy, pero se que soy un visitante veraniego y no se todo lo que pasa, ni lo entiendo, ni lo trato de desvelar totalmente. Es así que mantiene, la Taberna de los Chismes, su cultural belleza y absurda diversión.
*También me encanta de esta semana el compartir despertares y desayunos-comida-merienda con la afable familia con la que cohabito. Amablemente me ceden una cama y yo trato, amablemente de cocinarles y devolver la gratitud.
En fin, que aunque yo creo que con los años la diversión se ha ido haciendo menor. Cada capítulo de fiestas es, en si mismo, irrepetible y lleno de sorpresas, casi siempre buenas, a menudo extrañas y otras, por suerte, difícilmente repetibles.
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