Hace dos semanas hice mi primera visita a los campos de mano de la Mámma, mi jefa tanzana. Esta señora tiene un carácter que me asombra. Vive en una sociedad machista donde no las haya y aun así consigue manejar a cada hombre de esta organización a su antojo y parecer y todos chitón ante cada cosa que sale de su boca.
Salíamos de Kigoma en dirección a Kasulu. Si hay algo que sorprende de este lado de Tanzania es el color rojo de su tierra, rojo pimentón. De repente uno sale de la ciudad y el paisaje empieza a cambiar: las casas se ven hechas de un ladrillo cada vez más rojo, la vegetación se hace más frondosa, y el ambiente empieza a hacerse más y más pesado.
Por unos 10km la carretera es asfaltada y uno puede ir con la ventana abierta admirando las vistas. Era en estos 10 km cuando compartía mis primeras impresiones con la Mámma. Le decía lo preciosa que me parecía la tierra roja y el contraste con la vegetación verde, colores tan intensos que los imaginaba pintados en un cuadro de Susa. La Mámma me miraba como si fuera una especie de camaleón fucsia que hace “cucurucú”…vamos que aquí odian esta tierra, y no hizo falta mucho tiempo para entenderlo.
Acabado el asfalto, entramos en un camino de tierra que duraría casi dos horas…Cerramos ventanillas y aún así, estuvimos masticando el p*** polvo rojo todo el viaje. Y aun nosotros íbamos en un coche, pero cada persona que cruzábamos en su bicicleta o caminando, quedaban embadurnadas.
No fue sólo el viaje, sino que durante el tiempo que estuvimos en los campos, a medida que avanzaba el día, sin querer nos íbamos tiñendo de rojo, al punto que llegada la noche, pasándote tres dedos por las mejillas, uno podría parecer un Indio Cherokee…
Y creo que lo peor está aun por venir: la época de lluvias. Dejaremos el polvo rojo, para ir pringados de fango todo el día. Qué ganas!
Ya sea con polvo o con fango, mucha suerte en tu nueva aventura!!!
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