Hace años, yo era montañero.
Hace años, yo era escalador.
Hace años, yo era ciclista, esquiador y muchas otras cosas más, entre las que cabe citar más solvente.
Irónicamente, ahora que no soy nada de eso, con menos parné en el bolsillo y sin comerlo ni beberlo os he pasado a casi todos, amigos mios montañeros. Rompí mi techo y lo puse en 4883 m, más que el Mont Blanc (4810 m). Pero me sabe a trampa, como cuando coger el teleférico para ir a Picos, como cuando tiras de la cinta en un paso de escalada que no te sale. Y es que yo duermo en cámara hiperbárica natural a 3900 m todas las noches. El desconocido, ni siquiera es el monte principal de la Cordillera de Khari Khari, que todos los días veo al despertarme.
Chincha y rabia de poca monta para vosotros, los que habéis disfrutado de un invierno repleto de nieve, de una primavera llena de cuerdas y a los que se os abre la temporada de eternas pistas de barro donde chirriarán los frenos de vuestras bicicletas aceleradas.
El Chuño, por su parte estaba más interesado en pastorear llamas que en subir cuestas. He de decir, que para tener cuatro meses, sube más que mucha gente con 25 años, pero no pudo lograr cima ,debido, no a falta de voluntad, sino a una espina de cactus en su almohadilla plantar delantera izquierda, lesión fatal para muchos otros perros montañeros, de la que chuño ha salido airoso. Ahora quiere la revancha, tanto de la monta ña como de la llama macho que le retó y le ganó el pulso.
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