jueves, 24 de octubre de 2024

Equilibrios Matemáticos vs “Optimismos Patológicos"

Abuja 24.10.2024


Escucha recomendada: “Inercia” de Izal (2021)



Cuando estaba en la Universidad, hace ya 3 o 4 vidas, estudiaba muchas, muchísimas matemáticas y he de reconocer que, si bien muchos conceptos me resultaban esquivos, me encantaba pensar que eran el lenguaje del universo, del que no podemos escapar lo balbuceáramos o no. Que todo se podía definir con una ecuación matemática, si el científico de turno fuera lo suficientemente avezado. Hoy pienso que no es así, que somos infinitamente más que la suma de todos los moles de átomos que nos conforman. Incluso si realmente comprendiéramos uno solo de ellos no atisbaríamos garabatear la fórmula de las “Matemáticas de la Carne”.

Pero un concepto siempre me sigue, persigue, resuena en mi sesera. Hoy, por lo que fuera que tenga que ser y es, me retumba desde la catacumba profunda de mi sien: “ El Equilibrio”, esa paradoja de que pazca que no pasa nada mientras pasa todo a la vez!

En matemáticas se pueden definir, al menos que yo recuerde, tres tipos de equilibrio:

El neutro, el estable y el inestable.

Cada uno con sus cosas buenas y sus cosas menos buenas.

El neutro: es eso, sin más, un “equilibrio sosezno”, en el que aparentemente no pasa nada, la pelota va y viene todo el rato haciendo lo mismo. Este no es mi equilibrio, porque a mi lo de rebotar de aquí para allá, haciendo el mismo “Business as Usual” cada día/mes/temporada, no me describe. Durante muchas épocas de mi vida, y quien sabe si tal vez de la tuya amada (persona) lectora, me metí en este equilibrio de vaivén de mecedora, que tal vez no me llevaba a ningún lugar pese al continuo movimiento reciprocante que me dejaba tal cual. Un “ping-poneo” emocional que muchas veces por pereza o por socialmente aceptable toleré, o autopromocioné para mis quehaceres y quesentires.

El Inestable: completamente opuesto al neutro. Todo está bien mientras no haya perturbaciones. Pero el más mínimo cambio y todo al garete. Tarde la mitad de mi vida estadística, unos 45 años, pero se ahora que la vida va de precisamente de eso; de perturbaciones, de permutaciones, de no resistirse a ellas, de no lucharlas, de abrazar el cambio (Incluso en su auto reivindicada, o autoinventada, semana internacional)…y si un “chin” de cambio, lo manda todo fuera del equilibrio y hacia el hiperespacio de la incertidumbre infinita…por ahí no van los tiros! Durante mucho tiempo, ahora asumo fue demasiado, viví mi vida en estos estados de la materia y de la mente. Una, a priori, pequeña conversa de sábado en la mañana desencadena un gran desequilibrio que dura y durará meses y años. Una acción para mi irrelevante desencadena reacciones, también para mi exacerbadas. Este tipo de equilibrio, una vez perdido, no se recupera no más. Digamos que es un equilibrio de “Todismos o Nadismos”, de “Mírame pero no me toques, que me rompo”.

El Estable: Una cosa intermedia…hmmm!, Interesante, cuéntame más! Pudiera ser el sugestivo Hogar que quiero habitar. En este tipo de equilibrio, el objeto “equilibrado” vuelve, después de paseo por la, para mí, grata sensación de la inestabilidad, a su lugar de reposo. Como una sinfonía en Do Major, que se pasea por sus quintas, crea expectativas disonantes con sus acordes disminuidos, baja a las tristezas de los menores, pero indefectiblemente resuelve en la tónica…Vuelve a su hogar, a su reposo aunque por un movimiento solamente fuera!... La perturbación, puede ser muy grande no se malinterprete, pero el objeto sabe que poco a poco, el rozamiento, o fricción, disiparan la energía que lo perturbó. “La inercia acabará muriendo, cesará la vibración”…y el objeto o la objeta (😊) volverán a ser quienes eran, pero un poco mas sabias, porque supieron recuperar el equilibrio hasta el próximo envite vital. Este es un estado que incita al desequilibrio, puesto que piensas que puedes gestionarlo. Incita a la experimentación, porque sabes que tomas medidas de “prevención de riesgos laborales”. Incita, incluso al desatino, porque te sabes cuerdo de remate... en fin, a pensar que ya que solamente me queda ½ vida y que la viva como me dijo, dice y dirá aquel del…” No vivas si vas a hacerlo sin alma”.

¡Pero ojo que no dice no vivas sin cabeza! Y a mí, muchas veces, me paso eso y en muchas sesiones, no precisamente de JAM, me he auto-reconocido una condición que apodé trajicomicamente “Mi Optimismo Patologico”. Interprétese como que fruto de mi bienaventurada y fortunosa niñez, y casi dijera sin miedo a equivocarme, “adultez” pienso que SIEMPRE SIEMPRE, TODO TODO, va a salir de la única manera que existe: MENDITXU STYLE ( vamos como a mí ser le venga bien), sin importarme lo que el universo este confabulando a mi favor, (nunca en mi pesar aunque no me lo parezca). Y entonces no sabía ver que, realmente, no era un equilibrio estable donde estaba, sino que a base de golpearme contra la pared una y otra vez, me salieron chichones emocionales y me lastime cabeza, las manos y el cora. Además de que seguro, a buen seguro, arrastre a terceras, cuartas o quintas personas conmigo en la dolorosa empresa, y en ello va mi sentir para con mi público damnificado.

Y un día va ella, la que tiene términos hiperfocalizantes para todo de alegatos, y me dice:
“Menditxu, es que puede que no sea “Optimismo patológico”, puede que sea “Optimismo Delirante” lo que tú tienes.”

Y entre sonrisas y lagrimas, pues no pude más que asentir sin zozobra…y pensar que: ¡Si, que pese a que siendo “inicialmente bonita”, esta patología mía, miisima, es la causante de los más grandilocuentes y recalcitrantes desequilibrios inestables que padezco! Los que desde hace meses/años que sé que existen, y ahora intento mitigar. ¡Pero amigo mío, que esta profundísimamente enraizada en mi ser! Y me cuesta y recuesta desenmascararlo cuando es más que “optimismo” y vira al “patologismo”, pero sigo a su caza, furtiva o legal, para que me lleve a la senda del equilibrio estable, hogar cálido de inestabilidades venturosas, que me deje zarandear/me que me deje retornar/me a lugares pacíficos.

Y citando siempre al grande anterior:

“Navega en calma, paz y buen karma"

Dejando, con pena lo que me haga caer en los agujeros negros del devenir.

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