En estos días que
me amanezco más al sur del sur, mas tarde que para el peninsular, estoy
volviendo un poco a la “raíz” de los entretenimientos humanos. Esto es fruto de
no tener internet en casa, ni televisión, ni periódicos, en fin nada que me
lave la cabeza con ofertas, oulets, crisis, ni descalabros financieros… por no
tener no tengo cerca ni familia, ni novia, ni amigos…que también tienen su
parte lobotomizante en ciertos momentos
Estoy por tanto retornando
a disfrutar de cosas básicas, de las que puede que haya mucha gente no ha
salido aun, pero que yo hacía mucho no disfrutaba por si solas. Medio fruto de
la tecnología arrolladora, que envuelve la vida haciéndola menos humilde y medio
resultado de las mareas vivaces de fuerzas que nos llevan a los humanos de recursos
limitadamente ilimitados a vernos hastiados de las cosas comunes.
Básicamente
quiero decir que estoy volviendo a:
1)
Leer
libros sobre cómo debería ser en un futuro.
2)
Tumbarme
boca arriba en la cama, con los ojos cerrados, escuchando música y cantando.
La primera
actividad implica el placer de leer e imaginarme haciendo cosas que muchos
mayores, pero mayores, mayores vivieron y algunos, tal vez, anhelan. “La vida
en el campo”, literalmente el título del libro que estoy leyendo, mejor
ojeando, porque no es una novela. Es un libro que me describe, mejor dicho, me
hace imaginarme en todas las labores de
una granja familiar, desde plantar tomates a desollar un conejo, pasando por la
apicultura y el compostaje de residuos sólidos humanos…se te ocurre algo más
saludable para el resto de tus días que una ración de granja mientras miras al
cielo, cantas y de paso agradeces a la vida por poder disfrutarlo con tus
queridos.
La segunda cosa,
la que más me está gustando, vino como sin quererlo, le di volumen al aparato y
canción tras canción llegaban todos los éxitos de mi lista particular, la voz fluía
fácil y para cuando me di cuenta la batería languidecía al son de “La Bersuit”,
“JuegoFrio”, “Macaco “y “Las Alubias de Ojos Negros”…me falta aun mi ración de éxitos
“hiphoperos” y algún rock. En un momento dado, me acorde de cuantos amores platónicos
había creado realizando esta actividad, para la cual hasta el más débil de los
de mi calaña está ampliamente preparado. Cuantas primeras citas, centenares de besos…y
otras cosas que no vienen al caso, por encontrarnos dentro del horario infantil.
Mentiría si dijera que mi primer beso “real” fue más romántico o placentero que
el que le di a la guapa de mi clase, sin dejar el colchón de mi cama, mirando
las láminas de madera del techo de mi habitación.
Estos días ando
pensando que pocos placeres puédansele comparar. Pero por ahora, en estos
momentos, de africano retiro espiritual, me conformo con las cosas sencillas…mirar
los gecos del techo mientras tarareo alguna tonada argentina!
Eso sí, no soy ajeno
a los vaivenes del mundo moderno y deje mi “Walkman” de lado, por obsoleto, a
cambio de un “teléfono listillo”, androide operacional del mundo post-cibernético,
con auriculares “DienteAzul”.