Cuando
nací y miré a mí alrededor, ella ya llevaba reinando 20 meses
desde su pequeño trono. Yo, recién llegado, en canicas y sin nada
que perder, me hice fuerte en la batalla desde el primer día.
Resolví agredirla y vilipendiarla durante años, llamarle cosas feas
y hacerle todo tipo de perradas que para la ocasión inventé. Ella
siempre, o casi siempre, se comía con patatas todo lo que yo le
hacía. Más o menos hasta los 12 años donde todo cambió, a mi
parecer para mal ya que las tortas cambiaron de dirección hasta
nuestros días.
Desde
casi nuestro primer día en estos parajes terrestres se decidió
azarosamente que nuestra familia fuera tripartita. Ciertamente sin
saber muy bien porque nos tocó así a Ruth y a mí que fuera Ama la
de los daba, a partes iguales, azotes con la zapatilla que picaba y
nuestro plato favorito los domingos después de la piscina; Conejo
con patatas asadas y Ali-Oli. Yo siempre quería el hígado y Ruth
las costillas. ¡Cuan diferentes somos!
Así
que pasamos una infancia con alguna ausencia, pese a que ninguno
tenemos recuerdos de Aita, pero en general alegre y sin faltas; ni de
cariño, ni de amigos, ni de alubias. Tuvimos la suerte de crecer
como deben crecer los niños para hacerse personas de bien. Esto es,
adoptando gatitos callejeros entre carros de toallas, enfrentando la
muerte de un patito amarillo fluorescente en nuestras propias manos,
tirándonos con plásticos en la nieve por la cuesta de los helechos,
aprendiendo a montar en bicicleta en el depósito, tirándonos en
“Goitibehera” por la carretera hasta donde Eugenio, haciendo
carreras de caracoles, jugando a las tienditas, a los cromos de
palma, caminando a “los pinos” a por “espigarri” y pidiendo
para San Juan… vamos que solo nos enfrentábamos a la tele para “El
Equipo A”, “El coche Fantástico” o series de estreno tan
míticas.
Los
años pasaron, aquella pequeña niñita repollo que lloraba hasta
vaciar los lagrimales, si se le manchaba con Nocilla el vestido
nuevo, fue creciendo a ritmo de “matriculas de honor”, vacunas
traumatizantes y ortodoncias. Muchos incautos creyeron que podrían
conquistar a una mujer con tanto potencial y partido; Guapa como ella
sola e inteligente como ninguna, pues siempre era la 1ª de clase.
Ella, no voy a mentir ahora, se dejaba querer, ¡Pero hasta cierto
punto, que alguien la estaba esperando! (Aunque “alguien” en ese
momento espacio-temporal preferiría a buen seguro una visita guiada
por Estrella de la Muerte junto a Dar-Vader antes que jugar al conejo
de la suerte con la buenorra de su clase).
Comenzó,
con su primer beso “de amor”, la peregrinación a su personal
Monte del Calvario sentimental. Un camino que tanto yo, como sobre
todo Ama, recorrimos a su lado. Y es que creo recordar, por ser
generoso, que aproximadamente dos o tres de todos sus pretendientes
merecieron mi respeto y/o simpatía. Los primeros amores siempre son
torpes, no digo que no, pero la Fiki se las apañaba para traernos
una y otra vez especímenes de la más variopinta alcurnia. Cito
textualmente: El que siempre suspendía, el que pasaba de ella, los
floristas enamorados, el bajista de grupo de rock-abertzale, el
ingeniero-baserritarra, la estrella de rock, el elfos del bosque de
los gnomos, solo por decir algunos de los mejores…
Y es
que es lo que tiene ser como un Dragón-Khan (la montaña rusa de
Port-Aventura) con un cerebro que funciona a la velocidad de la luz.
Ella va de 0 a 100 en lo que yo arranco el coche. En muchos de sus
viajes emocionales, Ama y yo terminábamos a las tantas de la noche,
como decirlo suavemente…”Charlando Acaloradamente” sentados en
la esquina de la lavadora (no me digas muy bien porque, pero
acabábamos ahí). Incluso a veces ella hacía una pequeña maleta
para “irse a vivir con su amiga Alicia, que la comprendía mejor, a
San Miguel”. Después, yo corría a la parada de tren para decirle,
de parte de Ama, que volviera, que a donde iba a ir a vivir. Bueno
eso y que ya no había tren, porque eran las 2 de la madrugada y
hacía frío. No voy a enumerar más episodios de este calibre, si
conocéis a Ruth, tal vez habréis oído hablar de los más míticos.
Lo importante es que finalmente llegamos sanos, salvos y unidos aquí,
el resto es historia.
Este
camino hacia el Monte Calvario, felizmente, ha terminado hace algunos
minutos y no podemos, los Montes-Burgos, estar más contentos, por el
resultado, lo digo alto, abierta y honestamente:
“Hoy
Ruth se ha casado con lo mejor que su caña ha pescado”
La
pesca de hoy tiene calidad, simpatía, ironía, paciencia,
imperturbabilidad, amor y supongo ciertas dosis de despotismo
ilustrado, vamos todo lo que se necesita para haberla llevado hasta
donde está ahora mismo.
¡Me
quito el sombrero ante ti, Maestro del Amor!