Cuando viví en Bamako una temporada, me crucé con un personaje simpático, canallita
de libro y resbaladizo, pensándolo un poco, asemejable a JR. Martino se llamaba
él. Le conocía, pocamente, de mi tiempo en Haïti. Siendo personas, en pricipio
bastante diferente en mis ojos, nos hicimos bastante afines, dado que pasábamos
muchas, muchas horas de trabajo juntos, y que acabábamos de llegar los dos a la
vez y con red limitada.
Martino tenia una frasecilla que soltaba muchas veces que viéramos o
sufrieramos algún comportamiento irritante, generalmente tontuno e
incomprensible a nuestras luces:
Ah! Les Petites Puvoirs ! (Ah!. Los pequenhos poderes!)
Un agente de policía que te paraba, porque podía, solo para pedirte los
papeles y una botella de agua. Una persona la la ventanilla del banco que te
pedía, solo porque podía, papel tras papel, innecesaria burocracia. Un oficial
de seguridad en la cola de algún supermercado que te hacia, por que podía, esperar
fuera de la tienda, al sol, innecesariamente. Un profesor de escuela, que lejos
de ser objeto de admiración de sus pupilos, los malhabla y maltrada...AH! LPP
El caso es que LPP están en todos lados, no solo tuene que verlos uno en
Bamako… Hoy, en cuestión de 10 min y prestando la poca de atención que tengo a
las 7:00am he sido petipuvoirizado o he atestado una petipuvuarización un par
de veces en el aeropuerto de una capital cualquiera.
Paso seguridad del aeropuerto, lugar petipuvuarizante de libro: El joven agente de control, me detecta una botella de agua, es su trabajo. Pero empieza a toquetear toda mi mochila, llega a mis documentos, abre y ve dinero…de bolsillo, no fajos y me pregunta que a ver cuanto hay. “No sé, déjame contarlo”. Responde él: “no , no puedes contarlo. ¿Cuanto hay?”. Yo – pues 150 Euros menos lo que haya gastado…Finalmente me dice: “creo que deberías pagarme el desayuno”. No lo puedo evitar y me sale una risilla…Pienso “te has pasado de limite en tu petit puvoir, my friend”. Le digo que otro día será, me mira con la cara que ponía Barrero cunado decía eso de “El no ya lo tenía, al menos lo he intentado”. Prosigo al avión. Donde un agente listillo, listillo pone los conos en un lado y luego te hace ir por otro, como si los pasajeros debiéramos saber, por donde debemos paras si no es por donde los conos. EN mi mente creo, es para poder hacernos cambiar nuestra actitud, porque puede, porque estamos en su terreno…AH! LPP!
En mi país también tenemos LPP! Donde yo más los aprecio es en los peques. Creernos
que hay personitas que nos pertenecen o nos han de “obedecer”, por el mero
hecho de ser así de chiquininas y tenerlas a nuestro cargo, ya sea por la
duración de un catequismo dominical, o la vida parental, a veces infinitamente
elongada. Y se ve tanto, y se ve en tantos lugares. LPP de la adultez, los
tengo yo también. A veces por frustración, y a veces por necesidad…nunca por
hacerles de menos, pero los tengo. Esto no ha de ser así y a mí he de
reconocerlo, me pasa más de lo que quisiera.
…un padre que le pide a su hija/o, delante de sus amigos, que le traiga una
cerveza de la nevera, porque sabe que lo va a haces y le reirán el “que bien
entrenadita la tienes”
…una madre queriendo hacer sentir mal a una hija, este sobrepasada por la
pataleta o no, diciendo delante de las amigas del parque: “Esto las niñas de
van a hacer la comunión no lo hacen!”
…que si esto se hace por que yo lo digo…y se piense honestamente por dentro…
la verdad es que tampoco hay una razón clara, LITERALMENTE porque yo lo digo.
No se, hay que estar atentos a LPP, tanto si los recibes, porque te frustra,
como si los das, que al menos sepas que están ahí y como te sientes tú (empatiza
Menditxu, empatiza) cuando los tragas.