sábado, 10 de enero de 2015

La boda de nuestra vida

A alguno le juré que cuando la ranas criasen pelo, otros me sonrojaron con el "cuando formalizareis la relación", bastantes, incluso cercanos, seguro se sorprendieron por que yo no era "de ese parecer", pero el caso es que definitivamente, cuando uno hace migas con una sevillana determinada y determinista, tu futuro está sellado. No puedes por menos que resistirte, cada vez con menos intensidad, a que la ilusión vaya contagiando como el día de vísperas de San Fausto. El gusanillo del anillo se apodera del alma del débil pasota sentimental.

Al final, un día con poca planificación, pero mucho acierto das el paso al frente (que aquí quedó claro que sería yo, por tradicionalismos); con un anillaco escondido y sudado en la palma de la mano. He de reconocer que llegados a este punto se olía la respuesta afirmativa (¿Intuición masculina...¡ Si eso no existe!). Esa misma noche ya teníamos concebida la historia de pies a cabeza.


La gran mayoría sabéis lo que pasó, lo vivisteis en vuestro cuero y a vuestra manera: Os escribimos largos mails con vídeos,  os hicimos recoger a desconocidos camino a un lugar perdido en la montaña toledana, compartisteis alojamiento con miríadas de dermápteros (si, si, no digas que no los conoces), os hicimos bailar mucho, beber bastante y sobre todo interactuar con los personajes diversos de nuestra extraviada, pero encontrada, vida: Abuelos con jefes de trabajo, primos con amigos de la uni, compañeros de campamento con perros, clarinetistas con niño...En resumen, La Boda-Campamento de Iker y Marta, la boda de nuestra vida.

Fueron miles de días de impagable trabajo humano de suegras, hermanos, tíos, primos, amigos... Centenares de horas de ensayos de baile, canto y música durante las vacaciones. Decenas de minutos de monólogos improvisados, emblemáticos y cariñosos en un micrófono abierto a nuestros corazones. Segundos de besos cómplices, agarrados de la mano y mirándonos a los ojos sabiéndose ya tres (Iker, Marta e IkMar).

Muchas veces me he parado a pensar en que fue para mí lo mejor de la boda, aparte claro está, de haber atado con un libro familiar a la Ratita. La respuesta a veces nunca llega y otras es instantánea. A veces nunca se si me quedo con este instante o con el otro, si esa sonrisa entre dos desconocidos o el hecho de que casi 200 almas cruzasen media península, o medio continente, para estar entre nosotros...otras veces al instante, no lo pienso, lo sé: El hecho de haber creado, entre todos, un todo de "Ferfección, con F mayuscula", todo estaba imprecisamente calculado, desordenadamente medido, casi casi, me atrevería a decir catastróficamente diseñado y como era de esperar salió milagrosamente Ferpecto.

No pasa semana en que como todos los recién casados (siempre lo seremos en el ocurrir matrimonial del "todos los días de tu vida"), no pensemos en lo especial que fue nuestra boda, en lo bien que lo pasamos, en lo matados que acabamos y sobre todo en lo rápido  que pasó pese a que estuviéramos casi una semana en el Piélago. Desde la primera semana de Luna de Miel, sabemos dos cosas: Que no es la última vez y que las bodas de plata son demasiado esperar.

¡¡Vivan las bodas de Cartón-Piedra!! Que se celebran al de 5 años nada más, porque nos la hemos inventado y así lo hemos decidimos.

¡Mucho mejor,dónde va usted a parar!

Permanezcan a la escucha.