jueves, 30 de diciembre de 2010

Emparedado de hormigón y canapés

Aquí, por desgracia son una cosa muy usual, me refiero a los grandes sándwiches de este estilo. No es que tengan hormigas grandes y vayan acompañados de aperitivos para finalizar. Yo llamo así a las casas colapsadas de Puerto Príncipe, que entre revanadas perfectas de hormigón armado, dejan entrever los enseres, entre ellos los sofás, de la gente que las habitaba, en algunos casos las habita aún hoy, desde el más allá eso si. Impresiona mucho, la vedad sea dicha, que algo tan grande como una casa de cuatro pisos, pueda verse ahora tan débil.



Muchísimos de estos letales sándwiches, aún están agonizantes en la calles, ricas o pobres de la capital y de otras ciudades. Los pocos que son demolidos totalmente, para previsiblemente renacer de sus cenizas, lo hacen a golpe de maza y sudor de manos jornaleras y de paladas tiradas a lo alto de un camión de gran carga. Y es que en todo el tiempo que llevo aquí creo que eh podido contar con los dedos de la mano las retro-excavadoras, los bulldozer y demás maquinaria pesada de construcción con las que me he cruzado.



PD: Las fotografías no son mías.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Memoria de un "año nuevo"

Casi como aquel que ni se despeina de recién levantado, (¿Un calvo?) miro una entrada de la cometa de hace ya 375 días. Era una entrada más melancólica tal vez que la que hoy toca.Una época distinta una vez más, como tantas otras. Parpadeé dos o tres veces desde que la tecleé y hoy me hallo otra vez en el nuevo continente, felicitándome la Navidad con menos personas si cabe que el año pasado. MamaOca dice que "lo de la Navidad tampoco es para tanto, que es una noche más". Yo se que ella lo dice sobre todo para quitarle peso a que soy yo el que no se encuentra ente vosotros. Para quitarle peso a que me hecha de menos un poquito más hoy, para quitarle peso a que sabe que, aunque sin regalos de por medio me gustaría estar ahí, con la sidra del Txaberlai, con los potes de los amigos, con las primadas, con las conversaciones de vuelta en el coche, con los gritos, con el Chuño, con los Montes, con los Burgos y mis adoptivos Susos, pero sobre todo con ellas.
Pero como dice el refrán: "con un culo solo se puede tapar una silla", y la mía, hoy, está aquí.


Supongo que tras la Navidad me queda solo un ratillo más de tristeza, que será Nochevieja, con sus Timios y Maicuses, sus petardos y dejadas d fumar...Después, ya todo irá más fácil; las vacaciones estarán más cerca, hará más sol y verá a la Ratita antes. Hasta entonces, cuando tenga ganas de sentirme un poco mejor, que no es que esté mal, buscaré en "la cometa" mis pasajes favoritos, para acordarme de tiempos algo más livianos. Esta es, desde hace más de un año de no olvidar, como decía SenilDion, todo lo que nos pasa, que a su parecer es más que a muchas otras gentes.

Bueno solo pedir perdón por la anodina entrada y un año más desearos una muy...

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

sábado, 18 de diciembre de 2010

El monito ubicuo

A uno de mis mejores amigos, cariñosamente, mucha gente llama así. Bueno, solo le llaman "el monito", por muy rápido que se mueva no desafía a Heisenberg y se puede determinar con relativa precisión su velocidad y posición, para un instante determinado.
Le conocí en la universidad, hace ya nada menos que trece años y desde el primer día hasta hoy he sentido un cariño especial y una proximidad, que aunque no sea físicamente la misma, sigue siendo muy fuerte.

Le llamamos el monito porque le gusta escalar, y siempre anda subiéndose a los árboles y haciendo "la bandera" en las farolas de la calle y demás historias medio "jipis". Yo siempre le acompañaba en sus piruetas hasta mis límites físicos, ya que bueno nunca fui tan atlético como él. Ahora, a estas alturas de mi vida, ni me lo planteo.

Pero el caso es que el termino "monito ubicuo", como entrada de "la cometa", se remonta más de un año atrás, cuando conocimos la Ratita y yo a un personaje muy parecido a mi compañero de aventuras.Tenían similar constitución, afabilidad, ropa, incluso hasta eran tocayos. Solo el pelo corto del último me fallaba en la descripción. Fue entonces cuando decidí escribir esta entrada sobre las personas y los similares que te vas encontrando en tu vida. Algo así como los cactus y las orquídeas.

Pero no me salió hasta ayer, que asistí a un concierto de un grupo, presumiblemente local, cuyo cantante me recordó de nuevo el porque me gusta ser amigo de "mi monito". Sus saltos por el escenario me recordaban momentos vividos juntos en el Foggy Dew de Irlanda, en los parques de Bilbao. Su sonrisa me recordaba las noches que pasábamos en Pirineos en la tienda de campaña. Hasta su voz me recordó cuando nos pasábamos todo el tiempo cantando canciones en Vitoria y tantos otros sitios.


Los "monitos ubicuos", que veo aquí y allá, me recuerdan de unos tiempos muy diferentes a los de ahora. Estos dos Menditxus se entrelazan entre si de muchas maneras. Algunas de ellas, tal vez menos divertidas que antaño, algunas otras más profundas. Es por eso que siempre que puedo voy a visitarle, para estar cerca de él, me gusta pasarme por su lado, disfrutar de su compañía, de sus, para ciertas personas, extravagantes aptitudes vitales, incluso de su forma pausada de comer. A veces pienso que, para bien y/o para mal, en él no pasa el tiempo, que sigue siendo la misma persona que cuando la conocí, esto es, sobre todo una persona "autentica", en el sentido más adulador de la palabra.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Bienvenu Chez les Haïtiens

In Googlenglish: here

Pues si, ya estoy aquí, en Puerto Principe, una capital que, si bien no está de moda, es muy conocida.
Los devenires de como llegué, o más bien habría que decir, de como casi deje de hacerlo, los contaré más adelante, en "La fabulosa fábula del filibustero".

Lo primero que te llama la atención según bajas del avión y esquivas el caos de cincuenta portamaletas, es el el caos, el de verdad... No se inventan en la tele todos los campos de desplazados, están ahí, ni tampoco es que no sean de verdad los bloques de cuatro pisos que ahora son como una hogaza de pan "bimbo" de hormigos y ferralla. Las montoneras de basura y las aguas residuales se adueñan del paisaje rocambolesco del centro de la ciudad. Uno piensa:- Y eso qu esto no es lo peor.- eso está aun por llegar, los sububios dond viven hacinados cientos de miles, o millones de "príncipes" haitianos, si se me permite otorgar títulos noviliaios, así, al tuntún. Pronto conoceré esa otra realidad, tan entrelazada a la mía, así como distante a la vez que viven bajo sus techumbres de metal roido y telas plásticas.


He de decir que lo segundo que me llamó la atención fue mi casa y eso que advetido estaba. Lo reconozco, vivo en un palacio, o más bien cabría decir en un convento. Es grande, segura, vallada, ostentosa y dentro vive gente que a menudo está encerrada. ¡Vamos, por tener tiene hasta un claustro, supongo yo que para paseemos los reclusos expatriados!. ¡Oiga usted!, no me malinterprete, que entre un suburbio de "Ciudad desastre" y una mansión en "Montaña Opulentia", me quedo con la última. Más que nada, señor, es que ahí ya conozco a la gente y en los arravales, pues que se yo, no tengo prácticamente amigos y viven todos apretados como si lo fuesen. Como guinda del pastel y sin ánimo de ser tachado de frívolo, la vista es mucha mejo desde las alturas, el clima más fresco y los vecinos no te molestan tanto al roncar si están a quince metros de ti.


Pero sobre todo, y eso no se me debe olvidar, yo estoy aquí, esto es, en mi castillo amurallado, por mi propia voluntad. Cualesquiera que sean mis achaques contra este país, maldecido por si mismo, por el mundo y por la naturaleza, he de pensar que no soy uno más, sino uno de los menos, uno de los afortunados entre la miseria de la desesperación y el cólera; el mismo que a mi me da de comer hoy, a miles se lo quitó en estos meses.

Finalizando ya el escrito:

Llegué al fin. Sano, salvo, seguro y donde quiero estar.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Blancofobia

Mi chica, la Ratita tiene, entre otras, una cosa muy especial; es la Blancofobia. Me explico: No es que no le guste el color blanco, sino las comidas blancas... ¿debía haber titulado la entrada Bancomidafobia? Es muy complicado.
Bueno, como quiera que sea, parece ser que desde su más tierna infancia, Ratita tuvo problemas con tomar leche, presupongo que no la de MamaRati, sino de las demás y consecuentemente, sus gustos lácticos son de los más particulares.


El caso es que con el tiempo, estas cosas si no son tratadas degeneran y un día te encuentras con una persona incapaz de enfrentarse a unas fresas con nata, siempre que sepa que la nata no viene de un tetra pack diseñado en Suecia y perfectamente pasteurizado a 103º C durante 3 segundos en Asturias. De repente un día, tras un desafortunado yogurt boliviano que se pasó de fecha, te encuentras con caras raras cada vez que tú comes uno y luego pones morritos para que te den un beso. Sorprendente, y agradablemente, después de repetirte cuanto le gusta el queso Idiazabal, Made in Basque Country, te tienes que comer, tú solo, uno entero porque tu familia lo trajo de España y el dichoso queso conoció toda la geografía boliviana en quince días, curándose durante ese tiempo hasta puntos casi picantes.
Bueno, ¿y qué? diréis...pues nada, la verdad es que tal y como es esta bien, se que hay que ponerle un poco de color a su comida y ya está. Mientras le sigan gustando mis chicas tontos y mi forma especial de quererla yo tan contento.
Brindemos todos juntos con un gran vaso de leche no uperisada por la blancofobia!

martes, 7 de diciembre de 2010

Starting overs, always the same, always different

La traducción aquí.
It is not been a long time since that, almost last, starting over yet it is here again.

One day, you fill out a paper and make a couple of clicks. One does not completely know the changes that those little things can make into somebody’s life, as well as those you love. It is the same way that you cannot look to the sky and be 100% sure that these little clouds will not bring showers thereafter.

Here I am now, again at the verge of the change, at the ending of an old chapter, at the doormat of a new adventure. In only three days all will be as usual, that is, new, different and challenging. The food, the slums, the skin of my fellows, the sunshine, all will be renewed yet another time, only this time I will be also changed. I just will not be going anywhere else, as I am already arrived to where I wanted to be years ago, when I left those rainy patches of lands, north of Bilbao. I have finally arrived to my final, yet, always changing destination. I am out of the slow train of tidal driven destiny. Now I just have to walk into the unknown of my certain future.

This week I signed my first contract as Humanitarian Worker, the career that I, endlessly, have pursued over the last three years. A moment was for me one of, both, joy and fear.

In one hand joy for I am now part of a movement that aims, within known limits and constrains, for a better place for us all, or at least a not worst one. A career that would place my little sand crumb in the desert balance towards the part I think would be correct.

In the other hand comes the big fear that I feel now, the one of not been good enough, the fright of no coping with the big responsibility upon my shoulders since that sign was embossed in papers. The responsibility, for me is that of knowing that a job not done well could make a difference between somebody fighting for a dinner tomorrow, or been in a box at his/her own funeral instead.

So all is the same, all is different, all is challenging and overall, I am sure that within the next weeks the positive will prevail.

The lines of the kite start unwinding towards Haïti soon. She knows that wind will always be wind, no matter how hard it blows, she will withstand.